La autovía del Suroeste o A-5, antes autovía de Extremadura, es una
de las seis autovías radiales de España que históricamente nacen en el
Km 0 de la Puerta del Sol, y que en la actualidad parte desde el corazón
de Madrid junto al río Manzanares, en la circunvalación M-30.
Durante más de diez kilómetros la A-5 cruza el término municipal de
Madrid por zonas residenciales densamente pobladas, dividiendo el
distrito de Latina. En dicho tramo mantiene las particularidades de una
autovía obsoleta pues carece de pasos peatonales a nivel y de semáforos,
se dan velocidades de circulación superiores a las máximas permitidas
en vías urbanas, contiene carriles bus de escasas dimensiones, existen
enlaces sin carriles de aceleración y desaceleración, carece de arcenes y
cuenta con unas ridículas aceras valladas.
Pero la
excepcionalidad de la A-5 en dicho tramo reside en el gran número de
viviendas próximas a la autovía.Tal barbaridad tiene su origen en la
necesidad surgida a principios de los años setenta del pasado siglo de
dar continuidad a la especulativa transformación de los municipios del
suroeste en “ciudades dormitorio”. Fue por entonces cuando el Estado
amplió el Paseo de Extremadura variando su sección de dos a ocho
carriles, quedando viviendas ya construidas en los barrios de Batán,
Campamento y Aluche a escasa distancia de una autovía cuyo tráfico no
cesa de incrementarse hasta superar actualmente los 150.000 vehículos
diarios.
Las medidas tomadas por el Ayuntamiento de Madrid,
desde que en 2004 el tramo urbano de la A-5 le fue cedido por el
Ministerio de Fomento, se centraron en actuar sobre los efectos del
numeroso trafico (sustitución del pavimento, instalación de un radar
fijo, restricción al tráfico de vehículos pesados y limitación de la
velocidad a 70 km/hora) y nunca en su disminución por lo que los
problemas ambientales y de salud aumentan día a día.
Además, la
existencia de la A-5 supone un freno al desarrollo social al limitar
la comunicación peatonal entre las dos zonas del distrito, realizándose
durante décadas a través de angostos pasos subterráneos que son focos
de suciedad e inseguridad.
Próximos a cumplir 50 años de la transformación de la A-5 resulta que el perjuicio ocasionado a los habitantes del distrito ha sido interiorizado por los mismos y que las reivindicaciones destinada a solucionar los problemas de ruido y contaminación en su entorno, así como la eliminación de los pasos subterráneos, no tienen actualmente la fuerza necesaria para revertir la situación.El que estemos acostumbrados a convivir con la A-5, popularmente “la pista”, nos lleva a plantear una campaña divulgativa que visibilice la situación de excepcionalidad negativa y agravio que supone el tramo de A-5 en nuestro distrito.
Se trata de un
primer paso necesario para lograr un mayor empuje a la hora de solicitar
su paulatina remodelación, destinada a volver a ser vía urbana, y que
su desarrollo quede definitivamente desligado de la eternamente
paralizada Operación Campamento.
Sustituir la actual autovía A-5
por una amplia avenida mejorará la calidad de vida, reactivará el
comercio en su entorno y facilitará la creación de espacios culturales y
de ocio al eliminarse el efecto barrera que provoca su presencia. El
objetivo de conseguir entre todos una nueva avenida diseñada desde el
urbanismo y movilidad sostenible seria a un gran avance para disfrutar
de un distrito más atractivo en el que vivir, trabajar y convivir.
Comentarios
Publicar un comentario